Victoria Beckham prefiere los aromas masculinos, como el tabaco y el ante. "La flor favorita de David y mía es el jacinto. Y a mí me encanta la madreselva", comparte la diseñadora. En casa, prefiere las velas, pero no le gusta la lavanda porque confiesa que, en otros tiempos, aspiró "demasiados enchufes baratos". Fundadas en experiencias personales, las primeras fragancias de su marca homónima son la antítesis de ese recuerdo. Lanzadas este mes, las tres eau de parfums sin género que salen a la venta este mes han sido elaboradas por el perfumista Jérôme Epinette: "Pasé mucho tiempo con él. Empecé con las historias y construí las fragancias en torno a ellas".
Cada perfume destila las notas que la diseñadora asocia a épocas de su documentada vida. Se encierran en elegantes frascos con nombres intrigantes: Portofino '97, Suite 302 y San Ysidro Drive. San Ysidro Drive lleva el nombre de la calle de Beverly Hills a la que se mudó la familia Beckham en 2007. La diseñadora lo recuerda así: “Fue una época de curación. Me recuerda a Malibú y a las excursiones y el surf con los niños. La vida que llevábamos allí”.
Las fragancias basadas en recuerdos no son una novedad, pero con Beckham la cosa cambia. Su figura lleva instalada en la cultura pop las tres últimas décadas, de modo que sus recuerdos con también los nuestros. Recordamos cuando se mudó a Los Ángeles y cómo esa etapa de su vida y su estilo impregnaron las tendencias de la época. Nos identificamos con ella. La lujosa Suite 302 –la mejor habitación de un fabuloso hotel de París– evoca sus escapadas relámpago a la capital francesa con David y trae a la memoria inevitables flashazos de las fotos que les robaba la prensa sensacionalista de principios de los años 2000. "Recuerdo salir del Ritz con un corpiño de leopardo y una minifalda de encaje morado y los paparazzi detrás", dice. "Todo era opulento. Glamuroso".
De niña, Beckham coleccionaba frascos vacíos de Chanel No5 que le daba una amiga de su madre: “En los 80, observaba cómo se arreglaba mi madre en su tocador para salir a cenar. Creo que ahí empecé a amar la belleza y los perfumes”. Poco antes de formar parte de las Spice Girls, trabajó en la sección de perfumería de House of Fraser, en el centro comercial Lakeside, a las afueras de Londres: "Tenía que estar allí de pie, vestida de gala, rociando con Champagne a los clientes en Navidad", recuerda de cuando vendía la fragancia de Yves Saint Laurent que ahora se conoce como Yvresse. A día de hoy, siempre acepta que la rocíe la vendedora designada por los grandes almacenes.
En 2005, los Beckham encabezaron el boom de los perfumes de famosos y, aunque ella dejó de producir los suyos al cabo de unos años, "tuvieron tanto éxito que me permitieron dejar de trabajar con otras marcas y crear la mía propia". En 2008, fundó Victoria Beckham: "Creo que la gente siente que ha formado parte de nuestra historia", dice. “Nos recuerdan sentados en los tronos cuando nos casamos. Recuerdan cuando tuvimos a Brooklyn. Nos han acompañado en todo”. El pasado mes de julio, la pareja celebró su 24º aniversario de boda.
El eufórico Portofino 97 recoge los inicios de su noviazgo. Cuando David y ella llevaban saliendo tres meses, reservaron habitación en Splendido, el legendario hotel situado en lo alto de un acantilado sobre la ciudad italiana. "Recuerdo a David tumbado en la cama, abrí las puertas que daban al mar y me quedé sin aliento. Nunca había visto nada igual. Jamás lo olvidaré", cuenta, esbozando una sonrisa pícara. "Fue todo muy sexy".
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