Vanity Fair: Cómo Wannabe se convirtió en la banda sonora de una generación

Aquí les dejamos el artículo de Vanity Fair por el aniversario de Wannabe:

El lunes 8 de julio de 1996 los ciudadanos británicos se levantaron dispuestos a afrontar una nueva jornada de trabajo, ajenos a lo que unos cuantos visionarios tenían entre manos. Considerando la época estival, es probable que algunos estuviesen disfrutando de unas merecidas vacaciones. Aun así, cuando ese día sonó el despertador para los menos afortunados, ninguno pudo imaginar que estaría a punto de escuchar una canción que iba a recordar de por vida. La pegadiza melodía se había lanzado dos semanas antes en Japón; sin embargo, en el otro hemisferio del planeta, los residentes vivían ajenos a lo que estaba por llegar. Hoy, dos décadas después, más de uno desearía revivir aquel instante siendo consciente de su importancia: los primeros 2 minutos y 53 segundos que marcaron un hito en la historia del pop comercial.
En nuestro país, las Spice Girls causaron furor entre los adolescentes de finales de los noventa. La mayoría pasaba las tardes viendo fotos de su cantante predilecta y aguardaba ansioso la edición quincenal de la revista Súper Pop, en la que se narraba por fascículos la vida de las artistas antes del éxito. Mientras duraba la espera, se invertían los recreos en emular las coreografías de sus vídeos. Solo los más populares podían acceder a este selecto club al que todas las niñas (y algunos niños) querían pertenecer. Sin Internet, y acostumbrados a escuchar letras que no los apelaban, abrazaron sin remedio este producto a la medida de casi todo el mundo.
En el imaginario popular existen determinadas suposiciones que acompañan a sus figuras desde sus orígenes. Una de las más habituales consiste en representar a las Spice Girls como cinco chicas atractivas y con un buen look, al servicio de un mánager ambicioso y con buen ojo. Pero lo cierto es que fueron ellas las responsables de tomar las decisiones que las catapultaron a la fama. Y quienes se encargaron de componer –junto a los productores y letristas, Matt Rowe y Richard Stannard– el himno generacional definitivo. El mismo que las llevaría a ocupar durante siete semanas el número uno de la lista de singles de Gran Bretaña y que supondría, a su modo, el triunfo de la clase media británica: todas las chicas eran de familias y barrios normales, excepto Victoria, cuya familia era más adinerada y se ganó el apelativo de Posh.
Para su concepción bastó con media hora. Durante esos treinta minutos de sesión se destiló una “repentina y creativa histeria”, según las palabras de Mel B. Es posible que la facilidad con la que surgieron las ideas se debiese a que, antes de reunirse con Rowe y Stannard, las chicas hubiesen escrito la mayor parte de la canción. Ahora solo quedaba poner la guinda del pastel. En el estudio, Mel B y Emma estimaron que sería buena idea incluir un rap, o coronar el estribillo con el característico 'zigazig-ha'.
Mel C aseguró que el ambiente se parecía más al de una reunión amistosa que al que se genera en un ámbito laboral. “¿Sabes ese momento en el que estás con tu pandilla, y te ríes e inventas palabras nuevas? Pues nosotras estábamos pasando un buen rato y de repente se originó esta nueva palabra”. Sin embargo, otras fuentes insinúan que parte de la letra no era en realidad este sinsentido del que ellas hablaban. Según esta versión, la consigna “We got G like MC who likes it on an Easy V doesn't come for free” sería una referencia explícita a una de afición muy particular de las chicas: practicar sexo después de haber consumido éxtasis.
Conspiraciones aparte, la grabación se llevó a cabo en una sesión de media hora, a la que Victoria no pudo asistir (de ahí su nula presencia en la canción). Wannabe era un himno evidente –solo las creaciones que surgen de manera repentina lo son–, pero los jefes de Virgin pensaban que Say You'll Be There encajaría mejor como sencillo de debut. Sus consideraciones no eran algo que las chicas tuviesen en cuenta: Geri les dejó claro a los empresarios que esa no sería la canción que las daría a conocer. Antes de lanzar Wannabe también manejaron otras versiones más cercanas al hip-hop, al rhythm and blues e incluso al jungle. De nuevo, la pelirroja fue contundente, y les espetó a los interesados que esas producciones eran terribles. Y que se quedaban con la versión más pop.
LA GRABACIÓN SE LLEVÓ A CABO EN UNA SESIÓN DE MEDIA HORA, A LA QUE VICTORIA BERCKHAM NO PUDO ASISTIR (DE AHÍ SU NULA PRESENCIA EN LA CANCIÓN MÁS FAMOSA DEL GRUPO)
El siguiente paso consistía en grabar un vídeo que acompañase la canción. El lugar escogido fue un edificio barcelonés en el que se pretendía generar un ambiente surrealista. Cinco días antes de la fecha acordada, los responsables les denegaron el permiso a las artistas y su equipo. De haberse grabado en la Ciudad Condal, la aristocracia británica habría sido reemplazada por bohemios españoles, al más puro estilo Fellini. Acatada la negativa, se preparó la nueva localización, el renacentista Midland Grand Hotel. Para los niños y adolescentes españoles, aquel emplazamiento resultaba ajeno. Y la alta aristocracia británica, que bebía champaña, también. A pesar de no entender nada de lo que ocurría entre aquellas paredes, resultaba difícil apartar la vista de las coreografías noventeras y las maldades perpetradas contra la clase alta.
Hizo falta una sola toma para rodarlo. O eso pensaron ellas. Fueron tajantes con los directivos: se morían de frío y no estaban dispuestas a intentarlo una vez más. Sin embargo, los gerifaltes de Virgin pensaban que sería mejor repetirlo: el vídeo era muy oscuro, los ancianos no interesarían al público joven, y los pezones de Mel B se percibían más de lo necesario. De hecho, el clip se censuró en algunas partes de Asia, y el culpable fue este pionero #freethenipple. Pero ni siquiera entonces lo rehicieron. Tampoco cuando se propuso una nueva versión para Estados Unidos. La decisión estaba tomada, y las integrantes de las Spice Girls se mantuvieron firmes.
El resto es leyenda. A día de hoy, Wannabe es una de las canciones más vendida de toda la historia del pop, con entre seis y ocho millones de copias despachadas, según la fuente que se consulte. Y desde el año 2014 también la más pegadiza, después de que la Universidad de Amsterdam le otorgase esta distinción. Los participantes del estudio tardaron 2.3 segundos en reconocerla, a diferencia de las siguientes en la lista, para las que necesitaron el doble de tiempo.
Hace unos días, coincidiendo con la visita de Michelle Obama a España para presentar su iniciativa Let Girls Learn, la organización The Global Goals difundió un vídeo que se ha hecho viral con el hashtag #WhatIReallyReallyWant. Esta versión actualizada de 'Wannabe' se rodó en diferentes lugares del mundo pero finaliza, en una obvia referencia al legado de las chicas, en el mítico hotel londinense. En el playback, que pretende llamar la atención de la ONU el próximo septiembre, decenas de mujeres demandan educación universal femenina o el fin de la violencia machista. La igualdad salarial, que está lejos de ser una realidad, o la prohibición de los matrimonios no deseados son otras de las peticiones. Victoria y Mel C se han mostrado encantadas con la propuesta.
Enfrentarte, años más tarde, a aquella película, libro o canción favorita de la adolescencia es una de las sensaciones más agridulces a las que nos confina la edad adulta. Wannabe, a diferencia de otras melodías de la época, aguanta sin doblegarse las inclemencias del paso del tiempo. No importa que ya nadie lleve pantalones de chándal Adidas, o que ahora Victoria no sea conocida como Adams sino como Beckham. Toda la parafernalia que rodeaba a las chicas y sus canciones era agradable pero no necesaria. Después de dos décadas, ya crecidos y endurecidos por las adversidades, es posible escucharla de nuevo –sin un ápice de ironía– y sentir que no estábamos equivocados; que al fin y al cabo, sí que podemos contar con algunas certezas.


Fuente: Vanity Fair
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